Cuando, en 1271, Marco Polo parte de Venecia, acompañando a su padre y a su tío, para encontrarse
con el gran Khan Hubilai, la historia se enriquecía con un nuevo protagonista. Marco Polo no fue el
primer europeo en llegar a China, pero sí el primero en dejar constancia escrita de lo que vio. El
Libro de las maravillas describe regiones hasta entonces desconocidas, dibuja un fresco etnográfico
de los pueblos que la habitan, y detalla sus fabulosas riquezas, los itinerarios y distancias, los
peligros y precauciones a tomar. La exposición invita a reflexionar acerca de las diferentes formas
de representación del mundo a lo largo de los siglos, la imago mundi, que en la China del Neolítico
se materializa en objetos simbólicos del cielo y la tierra. La cartografía medieval trata de adaptar
la herencia recibida de la Antigüedad a las exigencias bíblicas. Con la recuperación de la obra de
Tolomeo, los instrumentos científicos de medición y el descubrimiento de nuevos mundos, en la Edad
Moderna ya se dispone de una imagen realista del mundo. En El libro de las maravillas, Marco Polo
nos habla de la tolerancia religiosa en el imperio mongol, y se presentan testimonios del Asia
islamizada, el Asia cristianizada, el budismo y el taoísmo. Descubriremos la vida nómada de los
pastores mongoles y sus rebaños; los cazadores y sus jaurías; los palacios y la fastuosa corte del
Gran Khan, sus esposas y favoritas; el Asia fantástica con sus seres extraños que sorprenden a
Occidente, la abundancia de las preciadas especias y también los temibles naufragios.