Los setenta y tres cuadros, además de sus publicaciones, expuestos en la sala Triunfo rinden
homenaje al pintor y escritor Roberto Reina, quien, como bien recoge el subtítulo de la muestra,
tuvo toda una vida dedicada al arte. Cultivó el óleo, el dibujo, la acuarela y el grabado y a lo
largo de su carrera consiguió diferentes galardones y premios. La última vez que pudimos ver una de
sus obras en la Casa de la Provincia fue en la colectiva dedicada a Miguel Pérez Aguilera. Juan
Bosco Díaz Urmeneta definía a Reina como “sabio y hábil conversador” y destacaba el innegable
paralelo entre Miguel y Roberto quienes compartían el valor de la educación y la necesaria atención
artística. “Roberto fue profesor de la Escuela de Artes y Oficios, dio clases en el Colegio San
Francisco de Paula y con José Luis Pajuelo y Luis Montes preparó a muchos jóvenes para el ingreso en
Bellas Artes o para surcar los primeros cursos de Escuelas Técnicas Superiores. No hay que olvidar
este menester, silencioso, con frecuencia olvidado. La educación en arte afina la sensibilidad y
ordena la inteligencia, dos capacidades de las que nunca se está lo suficientemente sobrado”.
Disfrutemos del legado de un artista multidisciplinar, a quien gustaba incorporar la publicación de
uno de sus poemarios con motivo de cada exposición que realizaba.